De regreso, directo con la salud.


Hoy vuelvo por fin. Varios años habían pasado para que yo volviera a escribir pensando que alguien me lee. Si quisiera hacer un recuento de la última vez que me publicaron algo en el periódico local Ecos de la Costa (suponiendo, otra vez, que alguien que me lee vive en otro lugar), tendría que decir que ahora vivo en Colima, hace tiempo ya. He llenado mi costal y manifestado que hay muchas razones para quedarse a vivir aquí y me quedo.
Trabajo en el Centro Universitario de Gestión Ambiental en Nogueras, Comala, Colima, México. Hago lo que más me entusiasma en la vida: compartir. Este espacio me cumple ese deseo. Me permite no temer a las tecnologías que acortan el espacio. A decir lo que pienso, lo que encuentro y quiero compartir. Suponiendo, nuevamente, que a alguien le interesa lo que pienso; espero le sirva, me ayuda en ese afán mío de tener en esta película un buen guión.
Hoy me preguntaron en la mañana si en vista de estar rodeados de sustancias químicas sintéticas derivadas del petróleo que no nos dejan ni comer a gusto, serían posible opciones de alimentos sanos. Por supuesto que les dije que sí. Tener opciones es una de las pocas formas que todavía tenemos los ciudadanos para protestar contra ese todopoderoso mercado de la petroquímica; esta es la industria que utiliza el petróleo y el gas natural como materias primas para el desarrollo de numerosos productos químicos: plásticos, solventes, aditivos, fertilizantes, pesticidas y herbicidas, la obtención de asfalto y fibras sintéticas, pinturas, alimentos, cosméticos, entre muchos otros artículos de uso cotidiano.
Bueno, pero si el mercado está tan lleno de productos de la petroquímica y yo convivo con ello todos los días, ¿qué tiene de malo? Resulta que muchos de esos productos son tóxicos, cancerígenos y disruptores endócrinos, o sea alteradores hormonales. Uno de ellos es el Rojo 40, colorante artificial que se usa en muchísimos alimentos para dar ese color a los productos derivados de frutas como fresa, arándano, etc. Las paletas tutsi pop contienen Rojo 40 (o Rojo Allura). Este colorante fue prohibido por la Food and Drug Administration (FDA) desde 1973 por ser un cancerígeno potencial, se le asocia con cánceres pediátricos. ¿Porqué lo siguen vendiendo entonces? Porque el fabricante tiene la obligación de informar acerca del contenido del producto y el consumidor tiene la obligación de saber qué significa todo eso. “Este producto contiene FENILALANINA” dice la etiqueta, pero no tenemos el cuidado de buscar qué riesgos tiene consumir  fenilalanina y cómo perjudica nuestra salud.

Como personas le delegamos la responsabilidad a los médicos de que estudien y sepan dar un diagnóstico y medicina para aliviar un dolor; le delegamos la responsabilidad a un abogado para que nos saque de un problema legal (claro, no podemos ser todólogos), pero ¿porqué delegamos la responsabilidad de nuestra alimentación a una empresa que lo único que quiere es venderme un producto?
Tener opciones, le contesté a quien me preguntó qué podíamos hacer para protestar contra la industria petroquímica. El último sábado de cada mes, la comunidad de Nogueras se pone verde. Cerca de 50 productores locales se dan cita entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde para dar a conocer sus productos generados de manera natural, sin sustancias químicas sintéticas, ni alteradores hormonales (en el caso de los alimentos) y respetando un comercio justo, a cada quién según el trabajo que haya hecho. Ya hemos convocado a 3 tianguis y la respuesta es cada vez mayor. 











Los ciudadanos tenemos opciones, hay que aprender a ser consumidores profesionales y elegir con responsabilidad lo que me rodea. Ojalá puedan acudir el 31 de marzo a Nogueras y vivan la experiencia de estar en contra del imperio de la petroquímica.

Comentarios

  1. "Opciones de alimentos sanos". Es verdad, por sentido común no deberíamos dejar nuestra propia vida en manos de intereses ajenos, pero lo hacemos, no nos informamos y lo peor es que todavía nos preguntamos 'por qué' todo está tan mal, culpando a todos, esperando que alguien más resuelva nuestros problemas.
    Debemos buscar opciones, de alimentos sanos, de mercados y productos locales, naturales; opciones de otros tipos de medicinas, de otros tipos lecturas, otras versiones de historia, otras opiniones. Deberíamos ser más críticos en todo, cuestionar, investigar, y entonces tal vez podamos tener nuestras propias conclusiones y conocer lo que nos va mejor como personas individuales dentro de una sociedad versátil. Por eso me gusta la idea de 'mercados solidarios', 'tianguis comunitarios'; a La comuna en Nogueras solo fui una vez, pero fui a algunos otros en Colima. Una felicitación a los iniciadores de estos movimientos.
    Alma Vargas

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  2. La soberanía alimentaria debería ser uno de nuestros derechos fundamentales, es increíble como algo tan básico como nuestra alimentación y nuestra salud los deleguemos a otras personas, incluso ni a personas sino corporaciones y sistemas deshumanizados, desconectados de toda lógica. Más sorprendente aún, pienso que es el hecho de que nos comamos el cuento de que no hay otra manera de alimentarnos y de conseguir nuestros alimentos que la tóxica e industrializada. Nos toca a nosotros emprender e impulsar más acciones donde lo que entra a nuestra boca sea pura salud para nosotros mismos, para nuestra comunidad y para el planeta.

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  3. Un maestro decía; que ya con tantas cosas que existen, y que nos hacen daño, lo más viable es comer y decir: en nombre sea de dios, y ese comentario nos causaba risa, pero en lo particular me hacía reflexionar, pues creo que con el simple hecho de decir en nombre sea de dios, no nos va a hacer mejor, o nos va a hacer inmune asía las sustancias que adquirimos todos los días. Soy consciente que a diario consumo algún tipo de químicos en mis alimentos, debido a que en su mayoría son producidos por grandes empresas que no tienen un interés más que el de vender más y más, sin importar el bienestar social, sino más bien meramente el particular. Y siendo realistas, en nuestra sociedad actual es muy poco probable conseguir productos que sean orgánicos, que tengamos la seguridad que cumplen con los estándares que buscamos, en sí, a veces lo veo muy complicado, pero que sin embargo no está demás hacer la lucha por buscar estos productos y como se menciona en la lectura ser consumidores cocientes y críticos.

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  4. Las exigencias de la cultura consumista en la que vivimos han llevado al desarrollo de alimentos de bajo nivel en calidad real, pero que aprueban los requisitos de "calidad del mercado". Si bien como el ejemplo del Tutsi Pop, el dulce pasa los tests de calidad que supuestamente el mercado "necesita", la realidad es que los químicos que la componen la convierten en un alimento dañino para la salud, entonces acá salta una pregunta: ¿En manos de quién recae entonces la decisión de lo que es calidad y lo que no? Para mí, en lo personal, la calidad la establecen las mismas industrias que producen y no el mercado real. Sin embargo, es obligación del consumidor hacer saber a estas industrias el grado de calidad que el mercado quiere, y la mejor forma de hacerlo es no consumiendo estos productos de pseudo-calidad, después de todo si no hay demanda, el producto sale del mercado.

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  5. Es verdad que nosotros podemos escoger que consumir, por lo que en estos tiempos se tienede a cuidar la salud con comidas de mejor calidad y se ha invertido mucho en los jardines tras patio, donde todos podemos ir produciendo nuestros alimentos libre de cualquier sustancia química si así lo deseamos, pero tambien hay que tener cuidado de donde conseguimos las semillas o plantas que vamos a utilizar no sean transgénicas y entonces si, no nos serviría de mucho llevar a cabo todos los cuidados anteriores, también recordemos que los químicos no son tóxicos si no la cantidad que consumimos o a la que estamos expuestos y esto se da con la frecuencia en que nos alimentemos de cualquier comida con químicos que alteren nuestra salud.

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  6. Aún cuando coincido en que es nuestra entera responsabilidad saber perfectamente lo que consumimos, reconozco también la flojera de leer todo el etiquetado. Sin embargo también tenemos opciones para hacerlo. Las noticias son un punto a favor, porque informan sobre prohibiciones y alertan sobre productos que no cumplen con los requisitos. Además, el internet nos proporciona un medio fantástico para estar en constante conocimiento de lo que ocurre con todos los alimentos. También es cierto que como ciudadanos podemos decidir que sí y qué no comprar. Así pues consumir a mercados o pequeños comercios son manifestaciones más que pacíficas en contra de las grandes industrias.

    Ellianne Lizeth López Ortega Especialidad en Ciencias del Ambiente, Gestión y Sustentabilidad

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